Santuario Nuestra Señora del Rocio

Constituye uno de los mayores epicentros de devoción mariana en el mundo y se encuentra en la aldea de El Rocío, Almonte (Huelva), en un ambiente natural de una belleza incomparable dentro del entorno de Doñana. 

La aldea de El Rocio se encuentra a 15 kms de Matalascañas (Huelva), está formada por un conjunto tradicional de casas pequeñas y blancas que le dan una característica y singular forma. Sus rincones invitan a impregnarte del fervor espiritual hacia la Virgen del Rocío, advocación mariana cuya veneración ha logrado convertir su romería (Domingo de Pentecostés) en la más importante de España congregando cada año a más de un millón de personas. 

La Virgen del Rocío, también conocida como "Blanca Paloma" o "Reina de las Marismas", es una bellísima escultura de poco más de un metro de altura con el estilo propio de principios del siglo XV. A finales del siglo XVI o principios del XVII, siguiendo el gusto de la época, se le adaptan ropajes de telas sobre la talla para ser revestida. 

Según las crónicas, el rey Alfonso X el Sabio en el año 1270 ordenó erigir una ermita consagrada a la Virgen en el lugar llamado de Las Rocinas, que había sido reconquistado a los árabes, donde se colocó la imagen de Nuestra Señora las Rocinas. Esa primera ermita perduró hasta el terremoto de Lisboa de 1755 que la dejó prácticamente en ruinas, siendo la Virgen llevada temporalmente al pueblo de Almonte. 

La actual ermita fue proyectada hacia 1960 por los arquitectos Alberto Balbontín Orta y Antonio Delgado Roig con planta de cruz latina, tres naves, un triforio y al fondo, la capilla mayor. Bendecida el 12 de abril de 1969 por el entonces obispo de Huelva, monseñor José García Lahiguera. El día siguiente, la Virgen del Rocío entró por primera vez en su nuevo templo.

El 14 de junio de 1993, se produce el acontecimiento más importante en la historia rociera, cuando Juan Pablo II se convierte en el primer Papa que se postra por primera vez a los pies de la Virgen del Rocío. Este hecho indica la importancia que tiene esta expresión de religiosidad popular, que hunde sus raíces en la sencilla y sincera fe de todo un pueblo.