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"La luz que llevó el nombre de España al otro lado del Atlántico"
Situado en la localidad onubense de Aracena, fue construido a mediados del siglo XIII sobre una edificación musulmana y manteniéndose en uso hasta principios del siglo XVI, cuando fue careciendo de valor su función defensiva. El Castillo junto con la Iglesia prioral de Nuestra Señora del Mayor Dolor dominan la zona más alta y oriental del cerro y componen un extraordinario monumento histórico.
En las primeras décadas del siglo XIII, Aracena pasó a depender de la Taifa de Niebla hasta la posterior conquista cristiana llevada cabo por el Rey de Portugal Sancho II en 1231. Tras el Tratado de Alcañices en 1297, Aracena pasó a formar parte de Castilla como tierra realenga y fue integrada en el Concejo de Sevilla. A finales del siglo XIII, el rey Sancho IV comienza la repoblación de esta zona con astur-leoneses y gallegos. El Castillo forma parte de la denominada “Banda Gallega”, que integraban un conjunto de fortificaciones que pretendían proteger el territorio de Sevilla de ataques portugueses o de órdenes militares establecidas en el sur de Extremadura.
La fortaleza estaba dividida en patio de armas y alcázar, ambas separadas por una muralla donde destacaba la Torre Mayor. El Alcázar del Castillo se sitúa en la zona oriental del recinto, la cota más alta del monte. Sus torres eran de planta cuadrada o rectangular, destaca la Torre Mayor que se ubica en la zona más alta.
Aracena fue cedida por parte de la Corona de Castilla a la Orden del Temple, que mandó levantar la actual iglesia mudéjar que destaca por las esculturas de barro vidriado de Pedro Vázquez y que toma el nombre de la patrona de la localidad, Nuestra Señora del Mayor Dolor.
Es el monumento religioso más importante y emblemático de la localidad, su construcción se inició a finales del siglo XIII, pero las obras quedaron paralizadas a lo largo del siglo XIV, para posteriormente reanudarse a principios del siglo XV. Es de estilo gótico y consta de tres naves de igual altura con coro a los pies y presbiterio poligonal al que se adosa la torre en el lado del Evangelio.
Para la visita de ambos conjuntos arquitectónicos es imprescindible subir a lo más alto de Aracena. Una perspectiva que sin duda no lamentará.
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